lunes, 5 de abril de 2010

TLC con Brasil = Problemas y menos empleos en México


Por Alejandro Gómez Tamez (*)


El gobierno federal de nuestro país, a través de la Secretaría de Economía, que encabeza Gerardo Ruíz Mateos, ha dado claras muestras de su intensión de negociar un Tratado de Libre Comercio con Brasil.


De entrada se están planteando negociaciones aceleradas, ya que se quiere aprovechar la “buena” relación que se tiene con el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, quien termina su periodo presidencial en noviembre de este año.


Es importante señalar que la intención del gobierno federal mexicano ha unido, desde hace ya algún tiempo, a las cúpulas empresariales a nivel nacional en contra de esta idea.


Podemos citar la posición de Armando Paredes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, quien advirtió en su momento que un tratado de libre comercio con la nación sudamericana tendría “graves” implicaciones para la industria mexicana.


Y es que la realidad es que Brasil es un país muy cerrado a la importación, y de acuerdo a diversos analistas, aun teniendo un acuerdo comercial, los brasileños van a poner enormes barreras a la inversión y a la operación de negocios.


Así que las industrias nacionales tienen en principio mucho que perder y muy poco que ganar. Solamente por citar un ejemplo de cómo los brasileños son expertos en poner barreras no arancelarias a la importación podemos mencionar que tan sólo para el sector calzado existen en la actualidad 113 normas vigentes en dicha nación sudamericana.


Así, no es difícil imaginar que la autoridad brasileña puede complicar y demorar bastante tiempo el trámite de importación en virtud de que el calzado mexicano deberá cumplir con las normas aplicables. Pretextos para impedir el paso de nuestros productos no les van a faltar.


De igual manera, de acuerdo con un estudio elaborado por un despacho consultor contratado por la Confederación de Cámaras de Calzado (Concalzado), y para el cual se aplicaron encuestas a fabricantes nacionales afiliados a la Cámara de la Industria del Calzado del Estado de Guanajuato, a la Cámara de la Industria del Calzado del Estado de Jalisco y a la Cámara Nacional de la Industria del Calzado, que han exportado calzado a la República Federativa de Brasil, se informó reiteradamente de la presencia de tres problemas a la hora de hacer negocios con Brasil:


i) La aduana impidió la importación de muestras de calzado, incluso extravió las muestras, mientras se llevaba a cabo una feria de calzado, lo que dificultó e incluso imposibilitó que se fincaran pedidos a productores nacionales.


ii) Las autoridades ambientales detuvieron en la aduana por más de 30 días botas vaqueras elaboradas con pieles exóticas, para verificar el cumplimiento de normas.


iii) Trabas no legales en la Aduana, derivadas de negligencia, mala fe, o corrupción de las autoridades aduaneras. No hace falta mencionar más ejemplos.


La práctica nos ha enseñado que Brasil es tan cerrado al comercio que para una empresa mexicana es más fácil poner una fábrica en dicha nación sudamericana, que exportar desde aquí.


Por su parte, de acuerdo con Salomón Presburger, presidente nacional de Concamin, el negociar un tratado de libre comercio con Brasil "es perder el tiempo", ya que tener acceso real a su mercado será muy complicado y entregar nuestro mercado a cambio de nada no es conveniente bajo ninguna óptica.


La realidad es que de nada nos servirá que ellos bajen sus barreras arancelarias, ya que en Brasil son expertos en las barreras no arancelarias, y el acceso real a su mercado en la práctica no se va a dar. Y si a usted que hace favor de leerme no le satisface el argumento de las barreras no arancelarías, pues podemos poner sobre la mesa la cuestión de los cuatro impuestos internos que cobra Brasil.


Sucede que la nación carioca aplica a los productos importados los siguientes impuestos internos: el impuesto sobre los productos industriales (IPI); el impuesto sobre la circulación de mercancías y la prestación de servicios interestatales de transporte y comunicaciones (ICMS); y las contribuciones al Programa de Integración Social (PIS) y a la financiación de la seguridad social (COFINS).


Estos cuatro impuestos siguen los principios del impuesto sobre el valor agregado. La aplicación del PIS y la COFINS a las importaciones se estableció en 2004. Los impuestos internos se aplican a diferentes grupos de productos a diversos tipos y el ICMS varía también de un estado a otro, todo lo cual añade complejidad al sistema fiscal.


Por otra parte, determinados estados establecen exenciones del ICMS con respecto a bienes producidos y vendidos dentro de sus respectivos territorios, pero aplican plenamente el tipo de ese impuesto a los productos importados y a los procedentes de otros estados.


¿Qué tal? Así, no se necesita ser un genio para visualizar que el hecho de que ciertos estados en Brasil puedan brindar exenciones al pago del ICMS a la producción de bienes dentro de dicha entidad, pudiera ser un factor de competencia desigual para los fabricantes extranjeros que desean exportar a Brasil.


Es decir, puede darse el caso de que una fábrica de zapatos en determinado estado de Brasil esté exento del pago del ICMS, mientras que el producto importado si lo tendría que pagar, lo cual sería un factor de competencia desigual.


Así, ante todo esto, es revelador que en una consulta a más de 50 empresas mexicanas, 90 por ciento de ellas opinaron que no debe llevarse a cabo un tratado con ese país, y sólo 10 por ciento opinó que deberá concretarse, aunque con condiciones muy restrictivas.


Cabe destacar la posición política que han asumido algunos legisladores ante este planteamiento.


Concretamente el Senador de la República por Guanajuato, Ricardo Torres Origel ya presentó a la Cámara de Senadores un punto de acuerdo por el cual se exhorta a la Secretaría de Economía a no incluir a la industria del calzado de México en la negociación de un eventual Tratado de Libre Comercio con Brasil, ya que existen grandes diferencias entre ambas industrias, lo que podría ocasionar un impacto negativo en el sector mexicano.


Es por todo lo anteriormente expuesto que se debe insistir en que la Secretaría de Economía debe tomar en consideración las diferencias que existen entre la economía mexicana y la brasileña en cuestión de: El tamaño de cada industria. La importancia de las exportaciones. La diversidad de mercados.


La diversificación de mercancías exportadas. La penetración en los mercados internacionales. El grado de penetración de las importaciones en el mercado doméstico. La existencia de incentivos. Las subvenciones para la exportación.


Es importante que en caso de que la Secretaría de Economía se encapriche y siga adelante con las negociaciones, pues que también considere que una política comercial que no se acompaña de una política industrial sectorial, ocasionará efectos negativos para la industria, por lo que tienen que realizarse negociaciones sectorizadas que reconozcan las características particulares de cada industria, y no una negociación general.


Debe quedar claro que lamentablemente con este tratado la mayoría de industrias en México no mejorará sus condiciones, pero si podría agravarlas dadas las condiciones económicas, además de que se pondría en riesgo el empleo de miles de trabajadores mexicanos.


Ya estuvo bueno de firmar tantos acuerdos comerciales como se le venga en gana al gobierno en turno. Antes de firmar más tratados hay que explotar los que ya tenemos.


(*) Director general GAEAP

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