viernes, 26 de marzo de 2010

Economistas de libro vs "economistas" de Tepito


Por Alejandro Gómez Tamez (*)


En este artículo editorial no pienso abordar como tema central la relevancia del tipo de cambio como factor determinante del comercio internacional, ya que eso lo abordé en los pasados editoriales. Quisiera en esta ocasión tocar el tema de nuestra relación comercial con China y plasmar algunos ejemplos que ilustran la pasividad de la política comercial nacional, mientras que otros (sin tantos grados de instrucción) si saben aprovechar las oportunidades de negocio que ofrece el mundo globalizado.


Como veremos, solo se trata de sentido común y de una buena sensibilidad. Comenzaré exponiendo la situación de nuestro comercio con China: En el año 2008 México exportó productos a China por un monto de apenas 2 mil 44.7 millones de dólares (mdd), pero nuestras importaciones provenientes de dicha nación fueron de 34 mil 690.3 mdd, por lo que en dicho año tuvimos un déficit de 32 mil 645.6 mdd.


Ya para el año 2009 nuestras exportaciones a China sumaron 2 mil 215.3 mdd, mientras que nuestras importaciones de dicha nación sumaron 32 mil 528.9 mdd. Así, en 2009 nuestro déficit comercial con China fue de 30 mil 313.6 mdd (ligeramente menor que el de un año antes).


Así pues, las cifras muestran que entre 2008 y 2009 nuestras exportaciones a dicho mercado crecieron 8.34 por ciento, mientras que nuestras importaciones de China cayeron 6.23 por ciento. Es por esta conjunción de elementos que nuestro déficit con China disminuyó 7.14 por ciento.


¿A qué se debió que nuestras exportaciones a dicho mercado subieron, mientras que nuestras importaciones desde aquel país bajaron? Desde luego que a diversos factores, pero el más importante fue que en 2009 la economía mexicana (medida por su PIB) se colapsó 6.5 por ciento, mientras que la economía china creció 8.7 por ciento.


Así, ellos nos compraron más porque crecían y nosotros les compramos menos porque caíamos. La gravedad del déficit con China resulta evidente cuando tomamos en consideración que durante 2008 tuvimos una balanza comercial (tomando en cuenta a todos nuestros socios comerciales) deficitaria en -17 mil 260.6 mdd.


Para el año 2009 dicho déficit total en nuestra balanza comercial fue de -4 mil 677.4 mdd (de nueva cuenta producto del colapso económico que sufrimos). Así que con estos datos podemos concluir que nuestro comercio con China es uno de los principales responsables de que nuestro superávit comercial con Estados Unidos (que en 2008 fue de $82 mil 188.1 mdd y en 2009 ascendió a 72 mil 510.3 mdd) desaparezca y que en el balance total seamos un país deficitario. Alguien puede preguntarse de qué sirve tanta estadística. Como veremos el punto no son los números, sino los empleos que representan.


En este sentido quisiera comentar que un amigo empresario me platicó que recientemente él estaba en una reunión con un alto funcionario de la Secretaría de Economía y que le planteó el problema de los déficits en la balanza comercial.


El funcionario menospreció el comentario diciendo que no era un problema tener un déficit de la balanza comercial de 4 mil 677 mdd en 2009. Ante esto, llama la atención que para el funcionario de tan alto nivel el foco de atención haya sido el monto del déficit, cuando lo realmente importante son los empleos que se pierden por la excesiva importación de productos.


La evidencia y su actuar muestran que lo que no quieren entender los funcionarios de Economía es que no importa que el déficit sea de 4 mil o de 17 mil millones de dólares. Lo realmente preocupante es que México no está creando suficientes empleos ya que por cada producto que importamos (que nosotros podemos producir), estamos dejando de generar empleos nacionales.


Ese es un lujo que no podemos darnos ante la escalada de delincuencia y descomposición social que se vive ante la falta de oportunidades de empleo.


Y para el que dude que los déficits en la balanza comercial se traducen en desempleo (sea cual sea la razón que los ocasione), tenemos que de acuerdo a un reporte publicado el pasado 22 de marzo, entre 2001 y 2008 Estados Unidos perdió 2.4 millones de empleos tan sólo por culpa del comercio “desleal” y las prácticas cambiarias de China.


El informe fue elaborado por el Instituto de Política Económica, y en él se precisa que “la manipulación de la moneda” de China es una gran causa del déficit comercial de Estados Unidos con el gigante asiático.


Además, el reporte agrega que la intervención de China al mantener su moneda (el yuan) atada al dólar es un problema importante, ya que “esta intervención hace al yuan artificialmente barato y les da un subsidio efectivo a las exportaciones chinas”.


Y como no van a estar los estadounidenses preocupados si el déficit comercial de Estados Unidos con China creció de 83 mil millones de dólares en 2001 a un récord de 268 mil millones en 2008, antes de descender a 226 mil millones en 2009, producto del colapso del comercio mundial.


No lo duden funcionarios federales, y ya no salgan con argumentos de que no pasa nada con las cuentas eternamente deficitarias en la balanza comercial.


La situación es que si pasan cosas cuando una nación vive en constante déficit comercial: se pierden empleos o bien se dejan de crear nuevas oportunidades de empleo. No se trata de una posición mercantilista, se trata de proteger la industria nacional y salvar nuestros empleos.


Un primer paso para equilibrar nuestro comercio con China sería ajustar nuestro tipo de cambio, ya que si China tiene su paridad atada al dólar, si nosotros nos depreciamos frente al dólar, nos estamos simultáneamente depreciando frente al yuan.


Hay que dejar en claro que un peso sobrevaluado subsidia las importaciones y nos hace más propensos a importar y menos competitivos para exportar.


Un segundo paso es el abrir oficinas comerciales en todos los mercados importantes, sobre todo en China. Éstas deben promover la exportación de nuestros productos a aquellas naciones y crear mercados para nuestros productos.


Es vergonzoso ver que nosotros exportamos anualmente a China productos cuyo valor es de poco más de 2.2 mil millones de dólares, cuando dicha nación es la tercera economía más grande del mundo con un PIB que en 2008 ascendió a 4.4 billones de dólares (una economía más de cuatro veces más grande que la mexicana).


En este sentido es lamentable conocer de noticias que dan cuenta de que México cierra oficinas comerciales en el extranjero en aras de “ahorrar” en costos diplomáticos y de representación. Pero por otra parte vemos cosas verdaderamente sorprendentes: hace ya algunos meses los comerciantes del barrio de Tepito abrieron una oficina comercial o de negocios en China.


Lo malo es que en este caso la oficina es para promover la importación de productos chinos hacía México. El punto aquí es que resulta patético que mientras la autoridad es pasiva en la promoción de exportaciones (como si les costara trabajo entender lo importantes que éstas son); los comerciantes informales de Tepito, que seguramente no tienen maestrías ni doctorados en el extranjero ya abrieron una oficina comercial en China porque entienden la trascendencia de hacer negocios con el extranjero.


¿Entonces quién sabe más del mundo real de los negocios? El funcionario que despacha detrás de un escritorio y que tiene su doctorado por una prestigiada universidad estadounidense o el comerciante (formal o informal) que ve necesidades y oportunidades de negocio todos los días?


Mientras los funcionarios mexicanos no se decidan a apoyar las exportaciones y continúen con una política cambiaria que subsidia las importaciones de productos chinos, europeos, vietnamitas, etc., etc., etc., no vamos a salir del grave problema del desempleo que enfrentamos.


Lo hemos dicho una y otra vez: no se trata de inventar el hilo negro, simplemente es cuestión de copiar los esquemas que les han resultado a otras naciones, y en ese sentido la experiencia china (con todo y que sus políticas nos perjudican) es más que ilustrativa.


Ojalá y las autoridades de la Secretaria de Economía y del Banco de México se pongan las pilas en bien del empleo y la producción nacionales.


(*) Director general GAEAP

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