miércoles, 28 de abril de 2010

Las otras crisis de México


Por Alejandro Gómez Tamez (*)

En la actualidad México está atravesando por varias crisis que requieren atención urgente, y es que si bien ya se ha superado la etapa más crítica de la difícil situación económica, aun persiste una crisis de actitud, en la dirección empresarial y gubernamental, así como en los conceptos y en el entendimiento de la economía.

La coyuntura que afronta el país siempre es importante, pero la actual es más relevante que nunca, y ante ella es fundamental el despertar la mente de los mexicanos (sobre todo de los gobernantes y empresarios) para que ocurra un cambio radical en nuestro mediocre modelo económico generador de pobres.

La situación que vivimos en México es una crisis que hace evidente que ya no podemos aceptar los antiguos modelos económicos y las antiguas formas de hacer negocios, ya que el mundo ha cambiado radicalmente.

Lamentablemente la mayoría de los gobernantes nacionales y las empresas mexicanas no se dieron cuenta y ahora no saben que hacer para echar a andar la planta productiva nacional de manera sostenida.

El problema de México es que se sigue recurriendo a las viejas recetas económicas de controlar la inflación sobrevaluando el tipo de cambio; de atraer inversión especulativa con altas tasas de interés para así solucionar nuestros déficits de cuenta corriente; se tiene un “modelo exportador” en el que no se cran incentivos para la diversificación de las ventas a mercados diferentes al estadounidense; se tiene la visión de un México industrializado, pero para ser únicamente maquilador de las grandes empresas transnacionales (ejemplo: sector automotriz y electrodoméstico).

De igual manera, el gobierno obtiene cada vez una mayor recaudación fiscal y la deuda pública crece a pasos agigantados, sólo para alimentar un aparato burocrático cada vez más obeso. Nuestra legislación laboral es dañina para las empresas en un mundo globalizado, ya que no premia la productividad ni da incentivos a la modernización empresarial.

La lista de lastres parece interminable, y tal pareciera que nos cuesta mucho trabajo aprender de los casos de éxito de otras naciones.

Da la impresión de que no somos capaces de adaptar las políticas exitosas de otros países a nuestra realidad para así subir en la posición de media tabla que ocupamos en materia de competitividad.

Y es que no hemos sido capaces de dimensionar e imitar lo que están haciendo otras naciones, como China con su política cambiaria y monetaria, para alcanzar la prosperidad económica.

No hemos sabido imitar, por falta de creatividad de los funcionarios del Ejecutivo y voluntad del Legislativo, aquellos modelos que si funcionan y que se han traducido en un mejor nivel de vida para diversas naciones, sobre todo en las economías del Sudeste Asiático.

Así pues, es pertinente comenzar con algunos datos duros sobre el desempeño comercial de las naciones del Sudeste Asiático.

De acuerdo con estimaciones de GAEAP en base a información publicada por indexmundi.com, durante 2009 la mayor parte de países grandes de esta región registró superávit en su balanza comercial, tal como se muestra en la siguiente tabla:

Tailandia +19.4 mdd

Vietnam -12.25 mdd

Malasia +36.9 mdd

Singapur +23.9 mdd

Birmania +2.95 mdd

Indonesia +29.0 mdd

Filipinas -8.6 mdd

Taiwan +29.0 mdd

China +272.5 mdd

* Mdd = millones de dólares

Cabe señalar que esta favorable evolución económica ocurrió en un contexto de recesión global; sin embargo, hay que entender que una parte del secreto para el buen desempeño comercial de la mayoría de estos países se debió en parte a que han sabido diversificar sus mercados de exportación.

Por ejemplo, mientras que en México destinamos en 2009 el 80.51 por ciento de nuestras exportaciones a los Estados Unidos, los países del Sudeste Asiático destinan un porcentaje considerablemente más bajo a sus vecinos gigantes: China y Japón.

Para ilustrar lo anterior tenemos que los principales socios comerciales de Malasia en 2009 fueron: Singapur con el 13.9 por ciento de sus exportaciones yendo a ese mercado, China con el 12.2 por ciento, Estados Unidos 10.9 por ciento, Japón 9.8 por ciento, Tailandia 5.4 por ciento y Hong Kong 5.2 por ciento.

De igual manera, por ejemplo Indonesia tiene sus mercados de exportación diversificados, ya que en 2008 enviaron a Japón el 20.2 por ciento de sus exportaciones, a los Estados Unidos el 9.5%, a Singapur el 9.4%,a China el 8.5 por ciento , a Corea del Sur el 6.7 por ciento, a la India el 5.2 por ciento y a Malasia el 4.7 por ciento.

Hemos dicho en múltiples ocasiones que es precisamente por esta excesiva dependencia hacía la economía de Estados Unidos que cuando dicho país se hundió en recesión a finales de 2008 nosotros sufrimos una caída de nuestras exportaciones de 21.15 por ciento y un colapso de nuestro PIB de 6.5 por ciento durante 2009.

A nosotros nos fue mucho peor que a Estados Unidos, y resulta evidente que ningún país del Sudeste Asiático sufrió la crisis de 2009 en la misma intensidad que lo hizo México.

En México tenemos 12 tratados de libre comercio firmados con 43 países, y sin embargo, destinamos el 80.5 por ciento de nuestras exportaciones a un solo mercado. Por su parte, vemos el caso de Malasia, nación que es miembro del Asean Free Trade Area (AFTA), además de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), y que de suyo tiene firmados tratados de libre comercio con Japón, Pakistan, India, Estados Unidos, Australia, Chile y Nueva Zelanda.

Como puede verse líneas arriba, son congruentes con su estrategia comercial, ya que el principal socio comercial de Malasia absorbe apenas el 13.9 por ciento del total de sus exportaciones. ¿Y es qué para que tener tantos tratados de libre comercio (como México) si no los explotas para generar mercados de exportación?

El modelo económico promotor de exportaciones de la mayoría de las naciones del Sudeste Asiático ha sido exitoso a tal grado que su desempleo es de los más bajos del mundo (como región). Por ejemplo, en 2009 la tasa de desempleo en Malasia fue de 3 por ciento, mientras que en Tailandia fue de 1.6 por ciento.


En este sentido cabe señalar que para muchas naciones de esta región la prosperidad es tal que sus ganancias obtenidas en el exterior ya no son reinvertidas en sus propios países, sino que son llevadas a lugares como Indonesia, Pakistán y la India, naciones en las que el costo de la mano de obra sigue siendo sustancialmente más bajo.

Y es que es natural, si el desempleo es bajo, pues en la medida en que se reinvierte el capital en estas naciones y se crean más fuentes de empleo la mano de obra escaseará aun más, elevando los costos de la mano de obra.

Es por esta razón que el capital se mueve a aquellas naciones en las que hay un elevado porcentaje de población desocupada.

Otro aspecto digno de comentar es el de la planeación de ventas. Un amigo mío acaba de estar en viaje de negocios en varias de las naciones del Sudeste asiático y me comentaba sorprendido que allá la mayoría de los empresarios ya no hablan del 2010.

Y es que para la mayoría de ellos, la producción de sus empresas en este año ya está vendida, por lo que los ejercicios de planeación y búsqueda de nuevas oportunidades de negocio son con miras al 2011.

Ahí la mayoría de las empresas tienen perspectivas de incremento de sus ventas parea ese año que van de un 10 hasta un 30 por ciento con respecto al presente año. ¿En México como estamos en este aspecto?

En contraste en México, las empresas están aun trabadas en el 2010, aun con dificultades para colocar su producción ante la incipiente recuperación económica.

Si bien es cierto que este año es mejor que el 2009, también es cierto que no tenemos el nivel de dinamismo que si están alcanzando este año las grandes economías del Sudeste Asiático, impulsadas por China.

En todo este contexto, otro caso que llama la atención es el de Vietnam, país que si bien tuvo un déficit en su balanza comercial de -$12 mil 250 millones de dólares en 2009, es una nación prácticamente de libre mercado, no obstante que oficialmente es comunista.

Vietnam ocupó el segundo lugar en cuanto a tasa de crecimiento de su PIB en el año 2008, y es considerado dentro del grupo de los “próximos once”.

Vietnam llama la atención porque es un país que supo reconstruirse totalmente en menos de 35 años. No debemos olvidar que la guerra de Vietnam terminó en 1975 y en ese año esta nación estaba hecha pedazos. ¿Cómo estábamos nosotros en México en 1975 y como estamos ahora?

¿Quién avanzó más?

Ante todos estos datos no cabe entonces más que preguntarse ¿cómo debemos resolver la crisis de pensamiento y de conceptos por la que atraviesa la economía nacional? ¿Porqué otras naciones crecen y prosperan y nosotros seguimos atrapados en el tiempo sin avanzar en los grandes temas de la agenda nacional?

¿Por qué otras naciones avanzan en sus sectores exportadores aplicando programas de apoyo a éstos, y sobre todo impulsándolos con un tipo de cambio competitivo, mientras que en México la paridad está tan sobrevaluada a favor del peso que se dificulta la actividad exportadora?

¿Por qué en México no se apuesta al sector exportador como motor de crecimiento de la producción y del empleo como si se hace en otras naciones?

El Presidente de la República, los Diputados y los Senadores en el Congreso de la Unión, el Banco de México, la Secretaría de Economía, la Secretaría de Hacienda, empresarios y sindicatos deben abrir los ojos y darse cuenta de cómo cada día que pasa nos atrasamos más y más.

Es tiempo de que de una vez por todas se dejen atrás los intereses particulares y la atención a los intereses extranjeros, y se preste verdadera atención a las necesidades del sector empresarial mexicano.

Deben darse los cambios legales que le urgen al país, el Banco de México debe entender que la inflación actual no se debe a un exceso de circulante (sino a las alzas a los impuestos y a los bienes administrados por el Gobierno Federal) y así tomar la decisión de bajar las tasas de interés a niveles del 4 por ciento.

La Secretaría de Economía debe implementar los programas de apoyo al sector exportador que se traduzcan en una diversificación de mercados; y la Secretaría de Hacienda debe, de cara a la nación, comprometerse a ampliar la base de contribuyentes para que así puedan bajar los impuestos.

Ahora es el momento de actuar, no se trata de descubrir el hilo negro, es simplemente cuestión de abrir los ojos y aprender de lo que funciona en otras latitudes.

(*)Director General GAEAP

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