lunes, 29 de marzo de 2010

Pedro y el Lobo, una fábula para inversionistas



Por Mario Correa Martínez


En el mundo financiero existe la creencia de que, habiendo tantas personas dedicadas a analizar lo que acontece, si algún problema surge en el panorama, rápidamente sonarán las voces de alerta para prevenir a todos, o como se dice en el argot financiero, que alguien "soplará el silbato" ante señales de peligro.


La experiencia nos dice que habría que tener cuidado con esta creencia.

En la popular fábula rusa, Pedro es un niño que se divierte engañando a los aldeanos con el mensaje de que viene el lobo. Cuando los aldeanos salían con sus rifles, Pedro se reía de ellos.


Un día, el lobo realmente estaba ahí, pero cuando Pedro llegó corriendo con la voz de alarma, todos pensaron que era otro de los engaños del niño, e hicieron caso omiso de la advertencia, con consecuencias casi funestas para Pedro.


Esta fábula sirve para enseñar la importancia de decir la verdad, pero puede verse de otra forma también.


Imaginemos que Pedro, en lugar de querer divertirse, realmente dice la verdad, pero el lobo es muy astuto. Pedro mira el lobo a lo lejos y rápido sale a dar la voz de alarma. Para cuando llegan los aldeanos con sus rifles, el lobo ya se escondió.


Nuevamente Pedro descubre que el lobo se está acercando y sale a dar la voz de alarma, pero con el mismo resultado, cuando llegan los aldeanos, no hay señales del lobo. Después de algunos episodios similares, los aldeanos se acostumbran a las exageraciones de Pedro, y dejan de oírlo.


De repente, el lobo se aparece en plena aldea causando serios estragos, ya que los aldeanos no están preparados, porque se acostumbraron a no oír advertencias que, en la mayoría de las ocasiones, resultaron falsas.


Platiquemos ahora acerca de los mercados financieros. Muchas empresas emplean a una multitud de analistas con el propósito de brindar asesoría respecto a las mejores decisiones, y para estar prevenidos en caso de que haya señales de problemas en el horizonte.


Especialmente las instituciones financieras invierten muchos recursos en tratar de predecir el futuro, y los que estamos en este negocio sabemos lo difícil que esto resulta.


Como decía el Sr. Peter Drucker: "Tratar de predecir el futuro es como tratar de conducir de noche en un camino rural en un coche sin luces y viendo por la ventanilla trasera".


Mucho se ha comentado que los economistas no lograron anticipar la recesión que venía en 2009 en Estados Unidos; y, en general, casi nunca se logra anticipar una recesión o un problema económico severo por parte de la mayoría de los que realizan pronósticos de forma profesional.


¿Por qué ocurre esto?


Regresando a la fábula de Pedro y el Lobo, el dilema que tienen los economistas que realizan pronósticos es que, aun cuando vean venir al lobo, el temor inherente a dar la voz de alarma y que no pase nada es muy grande, ya que con ello queda en entredicho la capacidad del pronosticador.


Incluso el hacer pronósticos que se ubiquen fuera del consenso del mercado resulta inconveniente, ya que los participantes del mercado dudan y cuestionan aquello que no están viendo los demás.


¿Qué ocurre entonces?


Que los pronósticos que observamos en el mercado tienden a comportarse como una "manada". Es más seguro estar cerca de la manada que salirse de ella. Como decía el célebre economista John Kenneth Galbraith: "Es más seguro estar equivocado junto con la mayoría que tener razón estando solo".


Ante esta problemática, lo que ocurre entonces es que los pronosticadores profesionales construyen sus proyecciones con lo que es evidente el día de hoy, y de acuerdo con la tendencia imperante de las cosas.


Difícilmente se pronosticará un cambio significativo en el entorno; especialmente si este posible cambio es negativo. Difícilmente se pronosticará un cambio de tendencia.


La lección para los inversionistas es que hay que entender que los pronósticos que se realizan en el mercado tienen una tendencia natural a no moverse con rapidez, entre otras cosas por el riesgo que implica para cada pronosticador en lo particular salirse del consenso.


Hay que tener claro que, pese a todos los esfuerzos que se hacen para tratar de predecir el futuro económico, no debe esperarse que las alarmas suenen a tiempo como para ponerse a salvo.


Viendo la situación económica global actual, hay muchas razones para estar preocupados. Hay muchas cosas que pueden salir mal.


Hay una elevada probabilidad de que las autoridades económicas mundiales comentan errores, ya que estamos en un territorio inexplorado que no tiene punto de referencia. Pese a ello, los pronósticos arrojan un escenario sin complicaciones.


Es por eso que, en el mundo financiero, siempre hay que estar preparado y cauteloso, ya que el lobo puede aparecer de repente, sin que nadie haya dado la señal de alarma.

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