martes, 6 de octubre de 2009

Ojo, mucho ojo con la inflación


Por Mario Correa Martínez


La percepción imperante en los mercados financieros es que la inflación se ha venido comportando bien. Un análisis más detallado revela que la inflación no es tan benigna como se piensa.


En los últimos meses, las variaciones mensuales en los principales índices de precios han sido menores a lo que pronosticaba el promedio del mercado, mientras que las variaciones anuales muestran una tendencia descendente que ha permitido que tanto la inflación general anual como la subyacente anual ya se ubiquen, por fin, dentro del rango pronosticado por parte de Banco de México.


Ahora que se dieron a conocer los resultados de la primera quincena de septiembre se observó una inflación general anual de 5.00%, y una inflación subyacente anual de 4.91%. Sin embargo, en los datos también puede verse que buena parte de la baja que se ha dado en la inflación se explica por lo ocurrido en el componente de vivienda, que tiene un peso relativo de 26.4% en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).


Hasta la 1aQ de septiembre, el renglón de vivienda mostraba una tasa de variación anual de 0.98%. Si excluimos el concepto de vivienda veremos que el resto de los precios presentaban una tasa de variación anual de 6.4%, considerablemente más elevada que la meta oficial de 3.0%.


Desagregando el componente de vivienda puede verse que es el componente de electricidad y combustibles, que pesa 4.12% en el gasto del consumidor; el que explica buena parte de la baja observada en la inflación anual, al mostrar una reducción de 3.5% anual hasta la 1aQ de septiembre.


Este componente se está comportando muy diferente al año pasado debido a la decisión gubernamental de congelar algunos precios y tarifas públicas, lo que debe ser considerado un factor transitorio.


Si consideramos que los problemas que se están enfrentando en las finanzas públicas, debido a la debilidad estructural en los ingresos, parece claro que será muy difícil para el gobierno seguir conteniendo los precios y tarifas públicos a costa de subsidios crecientes y de dudosa justificación social.


Esto también aplica para los gobiernos locales. La realidad no se puede evadir por siempre. Esto hace probable que en los próximos meses veamos incrementos en estos precios y tarifas que tendrán un impacto sobre una inflación que permanece tercamente elevada. Cabe preguntarse por qué en México se observa un comportamiento tan peculiar en la inflación. Mientras que en EUA se registró una caída de 1.5% anual en el Índice de Precios al Consumidor hasta el pasado mes de agosto, luego de que la producción se contrajera 3.6% real anual en el primer semestre; en México ¡la inflación anual asciende a 5.0% luego de que la producción se desplomó 9.2% real anual en el primer semestre y con la ayuda de la decisión gubernamental de contener los aumentos!


¿Por qué la inflación no ha cedido aún a pesar de la dramática contracción en la actividad económica? La respuesta a la pregunta anterior puede dividirse en dos partes: por un lado, en nuestra economía hay una gran cantidad de “rigideces estructurales” que crean una inercia inflacionaria muy difícil de romper.


Factores como la existencia de contratos con mecanismos de indización referenciados a la inflación pasada y/o marcadas asimetrías en la información, impiden que muchos precios bajen.


Los productores y comerciantes pueden, ante la contracción de la demanda, reducir sus márgenes hasta donde les permitan sus costos. Por otro lado, aunque la política monetaria se ha manejado de forma consistente en los últimos años, parece lejos de representar un ancla nominal efectivamente orientada a alcanzar la meta formal.


Esto es, la meta oficial de 3% resulta poco creíble, ya que sólo en 3 de los 80 meses que lleva en vigor, la inflación anual ha estado realmente cerca del 3%.


Los mercados interpretan entonces que la meta de verdad no es 3% sino más bien 4%. Pero aún así, la ejecución de la política monetaria parece haber sido demasiado “suave” para alcanzar tal objetivo. Del 2003 al 2008, la diferencia promedio entre la inflación observada y la meta es de 1.47 puntos porcentuales, medio punto porcentual por arriba del rango superior del “rango de variabilidad” definido por Banxico.


En los próximos meses esperamos que se inicie la reactivación de la economía. Es razonable esperar que, en la medida en que repunte la demanda, los productores y comerciantes busquen resarcir sus márgenes mediante incrementos en precios.


También es de esperarse que los precios y tarifas públicos observen incrementos importantes; y si eso se combina con la aplicación de nuevos impuestos, el impacto inflacionario será importante sobre una inflación que se niega a ceder.


Si Banco de México no adopta una postura mucho más decidida, nos aguarda una inflación ascendente y difícil de controlar en los próximos años.

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